Equipo multidisciplinario participante del Diplomado Docencia en Educación Superior

miércoles, 15 de julio de 2009

Recursos que se utilizan en salón de clase.

Justo Barreàz Pérez

Para cada objetivo debemos reservar la herramienta que le corresponde; no podemos hacer uso de una herramienta simplemente porque es la que conocemos sin tener en cuenta que esa herramienta puede no ser adecuada para el fin que queremos utilizar. Así, un “powerpoint” puede ser muy interesante para transmitir una idea determinada (no hay más que ver las magníficas obras de arte en formato PPT que nos suelen llegar a nuestro correo electrónico por la vía de los amigos que nos muestran la gran cantidad de filosofía vital que hay desperdiciada por el mundo), pero no necesariamente para realizar un material de un curso en línea.

Por eso, antes de realizar la elección, hay que conocer qué hay disponible, observar qué hacen los que saben (especialmente, suelen ser muy hábiles para transmitir ideas aquellos que quieren ganar dinero con lo que hacen), y determinar si seremos capaces de hacer algo similar, si tenemos que invertir nuestro tiempo en formarnos para hacerlo, o si simplemente debemos ser menos ambiciosos y conformarnos con algo más sencillo pero funcional. Y siempre usando la herramienta apropiada para la tarea adecuada.

Así que si vamos a hacer una presentación multimedia sin orador, dependiendo de nuestro objetivo, el formato PPT puede ser muy indicado (si lo que queremos por ejemplo es transmitir una idea básica), pero no serlo tanto si queremos obtener una mínima devolución de lo que estamos enviando (lo que se conoce como “feedback” o retroalimentación, es decir, que el otro nos diga o demuestre que le ha llegado el mensaje correctamente).

Por eso, normalmente, las presentaciones multimedia requieren de una serie de elementos que no tienen las presentaciones con orador, precisamente porque tienen que suplir la ausencia de quien nos puede contar lo que falta en la presentación. Tenemos que prever las dificultades con las que se puede encontrar la persona que maneje la presentación, y darle pautas para que o bien se autoevalúe, o bien pueda contactar con nosotros para aclarar los puntos débiles del multimedia.

Encontramos cuatro ideas básicas a este respecto, la presentación multimedia debe tener un cierto grado de interacción. Debe pedir al que la está utilizando que haga cosas, no solamente que pase una secuencia de diapositivas en las que se le cuenta algo (resumiendo, debemos evitar el “pulse una tecla para continuar”). La Otra es la presentación debe tener también elementos de “feedback”. El “usuario” debe poder contrastar si está entendiendo lo que se le cuenta (¿contestando preguntas tipo “sí/no”, “verdadero/falso”, por ejemplo?), o aclarar más profundamente conceptos que sólo se tocan de pasada; estos elementos pueden estar incluidos en la presentación, o bien pueden ser enlaces al exterior (siempre que se prevea que nuestros interlocutores virtuales tendrán conexión a Internet...), o bien una página web de contacto, o un e-mail.

En tercer lugar, el usuario debe tener la posibilidad de “saltar” de un sitio a otro de la presentación, sabiendo siempre cuál es la secuencia básica esperada. Debe haber un índice secuencial muy claro, pero también se debe poder pasar de un tema a otro con cierta libertad, porque no sabemos qué conocimientos previos tiene la persona que está al otro lado de nuestro multimedia. El hipertexto ha sido el invento que nos ha permitido “saltar” al “hiperespacio” del conocimiento, por ejemplo con la WWW en Internet Existen también herramientas basadas en las búsquedas web que no son un software específico, sino más bien una estrategia de aprendizaje. Nos permiten diseñar actividades grupales para conseguir fines formativos específicos, en los que se persigue bien un proyecto conjunto, bien la obtención de una información específica.
Si de lo que vamos a hablar no requiere apoyo visual, no incluiremos necesariamente un apoyo visual. Pero si podemos hacerlo, no incluirlo es un desperdicio de recursos y de resultados. Para cada objetivo existen herramientas diferentes. Hay que utilizar la herramienta que mejor se adapta a lo que quiero transmitir, y a cómo quiero transmitirlo. La búsqueda de materiales y herramientas que se adecuen a lo que queremos mostrar nos ayuda a mejorar los resultados y los contenidos.

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